Es un recordatorio.
Un recurso que tenemos a disposición para volver una y otra vez a conectar con quien somos realmente.
Suena metafísico…y lo es.
Y a la vez es práctico – totalmente aplicable a nuestro día a día.
No es una cuestión de fe. Es un entrenamiento mental que funciona si lo practicamos.
°
La paradoja es que estudiamos y practicamos miles de disciplinas, pero no dedicamos tiempo a aquello que justamente lo condiciona todo: nuestra manera de pensar, de percibir el mundo y a nosotros mismos.
°
Para que entrenamos nuestra mente?
Para hackear su automatismo, para desaprender todos aquellos mecanismos que sólo alimentan el conflicto.
Para darnos cuenta que nuestros pensamientos y creencias son las causas de todo nuestro sufrimiento.
Para reconocer que todo el tiempo estamos relacionándonos con nosotros mismos a través de un otro.
Para experimentar, de primera mano, que cuando cambiamos nuestra percepción, cambia nuestra historia, y esa simple decisión puede deshacer todo el drama…porque nuestra vida es básicamente aquella porción de la realidad en la que elegimos enfocarnos.