Se puede pensar, tal vez, que realmente no ¨atraemos¨ nada – ni situaciones ni personas.
Básicamente, porque nada en el mundo tiene significado por sí mismo.
Adquiere sentido sólo cuando alguien percibe y juzga aquello que ve – y así es como un mismo evento puede representar distintas cosas para cada persona.
De alguna forma nos ¨proyectamos¨ hacia aquello que vemos y lo envolvemos con nuestras propias ideas.
¨Sólo percibimos aquello que proyectamos¨. Acá está la vuelta.
Primero decidimos internamente qué queremos ver – a nivel inconsciente, por supuesto, y luego lo vemos materializado en nuestra realidad.
Sería como elegir qué peli queremos ver e inevitablemente verla después en la pantalla.
En este sentido es que no “atraemos” nada, porque no hay algo ya cargado con significado esperando como posibilidad.
Lo único que hacemos es mirar el mundo a través de nuestros lentes.
Lentes que esconden nuestras experiencias, creencias, miedos…lentes distorsionados – con mucho o poco aumento. Y todo eso es lo que genera distintas interpretaciones.
Sólo vemos aquello que ya hicimos real dentro nuestro.
Sólo vemos nuestra propia mente proyectada.