La pregunta podría reducirse a:
cuál es tu programación?
Somos una programación que se manifiesta, que ¨co-crea¨ realidades.
Como un gran archivo de memorias, aprendizajes, vivencias, creencias, que nos dan el marco – y el techo también – de nuestra experiencia en este plano.
Esto quiere decir que solamente vamos a poder ver aquello que nuestra programación nos permita.
Y es lógico, igual que sucede en nuestra compu: los programas que no instalamos, por supuesto no los vamos a poder abrir.
Vamos a aceptar aquello que se condice con mis creencias y, generalmente, rechazar todo lo que las cuestiona.
Por qué a veces este proceso sucede de manera tan visceral?
Porque nos identificamos con lo que pensamos, creemos que somos 𝐞𝐬𝐨: sea una religión, una ideología política, teoría científica, creencia espiritual…y sólo considerar que no era como pensábamos puede ser desestructurante.
Porque necesitamos algo en que creer.
Un ¨lugar a donde volver¨.
Tal vez cometimos el error de buscarlo afuera en vez de contemplarlo adentro.
Ese cambio de foco sí requiere de intención y disciplina, porque las distracciones – que cada vez son más – no nos permiten la pausa para mirarnos y actualizar nuestro 𝘱𝘳𝘰𝘨𝘳𝘢𝘮𝘢.