En el 2019 tuve un proceso intenso – de esos que, por ser esporádicos o casi inexistentes, cuando llegan…llegan morruditos, contundentes.
Ni llegué a bautizarlo – no era marketinero ni mucho menos trending topic, asi que me olvidé.
Fueron 7/8 días en cama con variedad de síntomas – así un mechadito como para no aburrirme: cansancio, dolor de cuerpo, falta de apetito, dolor de cabeza y alguito más.
Volví a estar ¨presentable¨ pero sólo por 4 días.
Y como si hubiese sido poco, tuve mi regreso triunfal a la cama por otros 8 días.
Tan poderoso como antes, o tal vez más.
Rendida totalmente decidí, ahí sí, llamar a un médico. No me parecía la idea más divertida pero los síntomas ya me aturdían.
Llegó finalmente la visita – no duró más de 4 minutos.
¨Visita de médico¨, ahí estaba yo viviendo ese cliché.
Me hizo dos recetas, me dio una palmadita en la espalda y me dijo ¨descansá¨.
Ni un caramelo me regaló.
La doc se fue y ahí quedé solita, con mi almohada de nuevo.
En ese momento yo no estaba de moda.
No había hashtags, puñito ni nada.
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Todo finalmente es cuestión de perspectiva.
La vida en sí misma se convierte en una perspectiva.
Le damos significado a cada uno de nuestros procesos y eso determina la experiencia que tenemos. Prevalece lo subjetivo.
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Esta la primera vez que un 𝐩𝐫𝐨𝐠𝐫𝐚𝐦𝐚 𝐛𝐢𝐨𝐥ó𝐠𝐢𝐜𝐨 ¨se hace de hashtags¨.
La primera vez que adquiere fama mundial.
Como esas personas que de la noche a la mañana se hacen millonarios, y el mundo se entera ahí de su existencia.
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Antes el simple mortal caía en cama y ahí terminaba la anécdota. Miento. Ni siquiera había anécdota.
Pero hace unos meses surgió el héroe. Yo me la perdí por apurarme.
Héroe que sobrevive y se anima a contar su experiencia, esa que le ¨tocó¨- que le vino de afuera.
Distinto del mortal al que simplemente lo tapó la ola – al que la realidad se lo comió con cucharita porque no pudo gestionarla.
No. El héroe le pone el cuerpo, pero sólo es víctima de lo casi inevitable.
Continúa en el siguiente post…
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Sesiones individuales
Los encuentros son espacios individuales de intercambio y autoconocimiento. El puntapié inicial es el síntoma – de ahí partimos – pero la intención es ir más allá, trabajando desde la causa.