Experimentar el dolor, físico o mental, nunca es cosa bonita.
Pero lo mágico del asunto es que si nos permitimos habitarlo sin rechazarlo – y básicamente, sin juzgarnos – puede guiarnos, casi sin escalas, hacia su propia transformación.
En la vida vamos reciclando nuestras heridas.
Hoy con distinta forma, en un escenario diferente y, probablemente, de la mano de otro personaje, pero la ¨historia¨ es la misma…
La historia de no sentirnos reconocidos, aceptados, de no ser suficientes.
La historia de sentirnos solos, abandonados.
Es una única historia universal cuya esencia no cambia: la de no sentirnos amados.
No busques más…no hay más.
Y una única manera de volver a la Paz: recordar y resignificar.
Un viaje hacia nuestro mundo interior – hacia todo ese entramado de ideas y juicios que alguna vez hicimos, y que no son la Verdad, pero que hoy operan como si realmente no fuesen.