En algún momento nos daremos cuenta que esta experiencia no se trató nunca acerca de un virus. Siempre fuimos nosotros.
El Coronavirus puede ser una excusa, un símbolo y una oportunidad.
Una excusa para vernos.
Un símbolo que nos recuerda la impermanencia y los ciclos de la vida.
Y una gran oportunidad para practicar nuestra humildad, reconociendo que existe un Orden o Inteligencia, donde todo tiene un sentido y nada es fruto del azar.
Resistimos. Luchamos. Sufrimos.
Nuestro ego nos dice que las cosas deberían ser de determinada manera. Nuestra manera, por supuesto.
Ahí es donde aparece el valor de cultivar la humildad.
De saber que no sabemos, de ver que, detrás de nuestra aparente libertad, se esconde toda nuestra programación y condicionamiento.
Entonces se requiere de aceptación – no como resignación – sino como resultado de una compresión total.
En este Orden Perfecto existe también el libre albedrío.
Es la oportunidad que se nos da – o así me gusta verlo – para ampliar nuestra consciencia.
Para trascendernos.
Tenemos la excusa , tenemos la oportunidad…
este virus nos dio limones, ahora que sea limonada depende de nosotros.