Hay algo salvaje en despertar.

Por todos lados encontramos ideas románticas acerca de la espiritualidad y del ¨despertar¨.

Yo creo, sin embargo, que hay algo salvaje en despertar.
Algo crudo – y aún así muy hermoso.

°
Nos da vértigo levantar la alfombra.
Vértigo porque empezamos a ver aquello que no nos gusta.
De ahí las resistencias – los incontables mecanismos de defensa.

Es un proceso que nos ¨invita¨ a desarmar todas las historias que, por mucho tiempo, nos contamos. Historias de culpa, sacrificio, castigo, injusticia, victimismo…

Nos lleva al inevitable punto de reconocer que la causa de nuestro sufrimiento siempre fuimos nosotros mismos.

Que nunca nos relacionamos con nadie, sólo con nuestros propios pensamientos y ellos son, por lo tanto, los únicos que tienen la capacidad de hacernos daño.
Que todo juicio es simplemente falta de información.

Pausa.
De nuevo lo importante: nunca nos relacionamos con nadie, sólo con nuestros propios pensamientos.

°
Así comprendemos, entonces, que lo que nos afecta no es el mundo sino la interpretación que hacemos de él.
Que todo ocurre en nuestra mente.
No hay ninguna batalla afuera.
Que lo que aceptamos o rechazamos son sólo ideas.
Que nosotros mismos somos una idea.
Y que ninguna es la Verdad.

°
Hay algo salvaje en desarmar voluntariamente todo nuestro mundo conocido.
¨Salvaje¨ tal vez sea hacerse responsable.

O ser inteligente – entendiendo que si tuvimos toda esa capacidad y poder para crearnos tanto sufrimiento, ahora podemos usarlo para crear lo contrario.

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Sobre mí...

Mi nombre es Mercedes Zubiarrain, tengo 40 años, y nací y vivo en Buenos Aires. Aunque parezca ya de otra vida, alguna vez estudié y me recibí de Publicidad. Tuve siempre mi lado B que me llevaba a incursionar en talleres de Reiki, Registros Akáshicos, meditación…

Tuve algunos emprendimientos hasta que por fin entendí de qué iba la cosami cosa. Cambié “producto” por “servicio” y me convertí yo en la materia prima. Me la jugué.

Mi lado B se transformó en todos mis lados, y ya no hubo vuelta atrás. La puerta de entrada fue la Decodificación Bioemocional, que luego me llevó a conocer la Nueva Medicina Germánica, SAAMA…y es un camino que nunca termina.

Hoy me dedico a acompañar personas en Casa Florida 1336, que es el espacio físico que me unió con Mujeres, hermanas de otras vidas, con las que comparto el viaje también en ésta. Voy y vengo por muchos lugares – Chamanismo, Plantas Medicinales, Física Cuántica, Un Curso de Milagros, Constelaciones Familiares…investigo, quiero ¨comprender¨, y así es que voy poniéndole el cuerpo a todo lo que, en cada momento, resuena. Porque ¿qué es la Vida sino experiencias vividas?

Y no soy escritora pero escribir me da placer. Y sigo al placer. Escribir es el ritual y la práctica desde donde me miro, me transformo. Es mi propia medicina.