Por todos lados encontramos ideas románticas acerca de la espiritualidad y del ¨despertar¨.
Yo creo, sin embargo, que hay algo salvaje en despertar.
Algo crudo – y aún así muy hermoso.
°
Nos da vértigo levantar la alfombra.
Vértigo porque empezamos a ver aquello que no nos gusta.
De ahí las resistencias – los incontables mecanismos de defensa.
Es un proceso que nos ¨invita¨ a desarmar todas las historias que, por mucho tiempo, nos contamos. Historias de culpa, sacrificio, castigo, injusticia, victimismo…
Nos lleva al inevitable punto de reconocer que la causa de nuestro sufrimiento siempre fuimos nosotros mismos.
Que nunca nos relacionamos con nadie, sólo con nuestros propios pensamientos y ellos son, por lo tanto, los únicos que tienen la capacidad de hacernos daño.
Que todo juicio es simplemente falta de información.
Pausa.
De nuevo lo importante: nunca nos relacionamos con nadie, sólo con nuestros propios pensamientos.
°
Así comprendemos, entonces, que lo que nos afecta no es el mundo sino la interpretación que hacemos de él.
Que todo ocurre en nuestra mente.
No hay ninguna batalla afuera.
Que lo que aceptamos o rechazamos son sólo ideas.
Que nosotros mismos somos una idea.
Y que ninguna es la Verdad.
°
Hay algo salvaje en desarmar voluntariamente todo nuestro mundo conocido.
¨Salvaje¨ tal vez sea hacerse responsable.
O ser inteligente – entendiendo que si tuvimos toda esa capacidad y poder para crearnos tanto sufrimiento, ahora podemos usarlo para crear lo contrario.