Reconocer que el disfrute es una cualidad espiritual.
Que no por rechazar la alegría y la diversión nos convertimos en seres más elevados.
Al contrario, es signo de que todavía estamos lejos de experimentar nuestra verdadera esencia, porque al contactar con ella ya no podemos hacer real lo irreal.
No hay culpa ni sacrificio ni castigo en la espiritualidad. No puede ser así porque no hay dualidad. Todo es uno. No hay diferencias ni jerarquías.
Todo se convierte en una aventura donde no hay posibilidad de perder. Todo es ganancia, porque todo es experiencia.
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Estás experimentando enojo? Vení que te abrazo.
Sentís impotencia? Vení que te abrazo.
Tenés miedo? Vení que te abrazo.
¨Vení que te abrazo¨ es la respuesta a todo porque, de alguna manera, nos recuerda que eso que nos duele no es real; le quita importancia, dramatismo.
¨Vení que te abrazo¨ contiene, pero no refuerza el victimismo.
¨Vení que te abrazo¨ es el amor incondicional que acompaña, sin interferir en el libre albedrio de nuestras experiencias.
¨Vení que te abrazo¨ es el recuerdo de que nunca podemos equivocarnos, porque reconoce que somos la Consciencia que crea y no el cuerpo limitado que experimenta.