Sigo explorando el tema de la percepción, de nuestras historias personales y de cómo, muchas veces, surge el conflicto simplemente por confundir nuestras verdades con La Verdad.
En el libro ¨Amar lo que es¨ de Byron Katie nos encontramos con esta idea de que el sufrimiento es únicamente confusión.
Claro, sería algo así como que sufrimos porque estamos confundidos.
Y una confusión no es más que un error de percepción – como decir: ¨no estoy viendo bien¨ o ¨no estoy viendo lo que es¨.
Y lo que ¨es¨, nunca puede lastimarnos, a menos que lo carguemos de significado.
Igual que Un Curso de Milagros cuando menciona que lo único que tiene la capacidad para hacernos daño son nuestros propios pensamientos.
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La percepción – que son todos esos pensamientos que moldean nuestra forma de interpretar – es la única causa de todo aquello que aparenta hacernos sufrir. No hay más.
Nos confundimos cuando creemos que algo externo a nosotros tiene la capacidad para quitarnos la paz. No logramos reconocer que son nuestros propios significados los que generan ese estrés.
Sufrimos cuando estamos confundidos y creemos que algo al nivel de los ¨efectos¨ (algo de la realidad) es lo que nos lastima.
Nos olvidamos que entre aquello que sucede y nosotros, están nuestras creencias. Ese filtro invisible que, paradójicamente, lo tiñe todo.
No vemos lo que es – lo que está siendo, sino lo que debería ser.
Y en ese gap entre lo que es y lo que esperamos que sea, encontramos las raíces de todo nuestro sufrimiento.
No se trata entonces de cambiar una situacion o a una persona, sino de transformar nuestra percepción para dejar de creer que hay algo que no debería ser como es.