Nunca nos relacionamos con el otro, ni tampoco con nosotros mismos.
Nos relacionamos con la imagen o representación mental que tenemos. Y eso nos condiciona – tanto en las emociones que vamos a experimentar, como en los comportamientos que vamos a tener.
Ese filtro que aplicamos ya de manera automática – que es simplemente la historia que nos contamos del otro – va a determinar la interacción que tengamos.
Vamos a interpretarlo todo para que se ajuste a lo que ya decidimos que es verdad.
No importa lo que haga o diga el otro…siempre va a encajar con los juicios que ya hicimos.
°
Nos relacionamos solamente con nuestras ideas.
Ser inconsistentes con nuestra consistencia es romper esa dinámica.
Cuestionarnos. Abrir nuevas posibilidades.
Elegir percepciones que nos eleven, que nos permitan caminar livianos – no por ser mejores personas, sino por ser inteligentes, entendiendo que si no estamos en paz los únicos que perdemos somos nosotros.