Nos gusta sentirnos especiales, únicos.
Pensar que tenemos lecciones específicas que aprender, una misión o propósito que descubrir.
Gusta lo complejo.
Mientras más complicado mejor. Así es el ego.
Escuchar que el único propósito es vivir, que es la propia experiencia…
esa experiencia que nos lleva a reconocer Quién somos…suena a poco.
Detrás de cualquier circunstancia, vínculo, síntoma, el aprendizaje es el mismo: amarnos.
Amarnos. Amarnos.
No hay más.
Sean temas económicos, de relaciones, de salud, etc
todo inevitablemente termina en el mismo lugar.
Todos esos símbolos en los que proyectamos conflicto representan esa falta de amor.
𝐄𝐬 𝐞𝐥 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐞𝐧𝐢𝐝𝐨 𝐭𝐨𝐦𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐝𝐢𝐬𝐭𝐢𝐧𝐭𝐚𝐬 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚𝐬.
No valorarnos, no creernos suficientes, valiosos, merecedores, capaces, termina expresándose en trabajos que no disfrutamos, escasez, castigo, sufrimiento, relaciones conflictivas, síntomas físicos...
La trampa está en querer resolver los efectos sin tratar la causa.