Lo que te frena es lo que te impulsa.
Hay un valor en cada meta, en cada objetivo que nos planteamos. No porque sean importantes en sí mismos – es decir, no por su contenido – sino porque nos permiten ponernos en movimiento y así generar experiencias. Y de eso trata la Vida.
Lo que hace toda la diferencia es la manera que elegimos para relacionarnos con ese camino que se abre.
Cuando queremos algo, es porque no lo tenemos. Eso es simple de entender.
Y no lo tenemos porque no se condice con nuestro estado actual de consciencia o con nuestra identidad – es decir, con quien nos contamos constantemente que somos y, por ende, qué merecemos/ qué es posible etc.
°
A veces tenemos la fantasía de que si el camino está libre de obstáculos es buena señal – no nos equivocamos.
Y lo mismo al revés.
Si el asunto se complica, pensamos que probablemente no era por ahí.
Ahí surge la paradoja.
Esa piedra que creemos que nos frena, es nuestro mayor tesoro.
No está ahí para frenarnos sino para impulsarnos.
A qué?
A ser algo más grande de lo que hoy creemos ser. Despierta en nosotros los recursos que necesitamos para alcanzar lo que queremos.
Es la excusa para ¨actualizarnos¨ y así conectar con nuevas realidades.
°
Hacer cosas que nunca hicimos, movernos hacia aquello que no creíamos posible, nos permite “ampliar” nuestra identidad…y nuestra identidad es la fuerza más poderosa.
Vamos a vivir aquello que creemos ser.
Esas nuevas historias que empezamos a contarnos son las que nos van a permitir alcanzar aquello que deseamos…
y reconocer, finalmente, que lo único importante es en quién nos vamos convirtiendo a medida que avanzamos.