No podemos equivocarnos. Literal.
Pensamos que fallamos simplemente porque lo comparamos con las expectativas que teníamos acerca de aquello que ¨tenía que suceder¨.
Y nuestras expectativas son completamente limitadas porque responden a nuestras creencias – a ese entramado mental que nos dice cómo tienen que ser las cosas.
No podemos equivocarnos si es que lo miramos desde una perspectiva mayor, más abarcadora.
Porque todo es experiencia – experiencia neutra – que podemos elegir significar de muchas maneras.
Vivimos entre dos mundos (que en realidad son uno!): el interno y el externo.
El único libre albedrio y el verdadero poder es hacernos cargo del primero.
Decidir cómo nos queremos sentir, tomar decisiones y pasar a la acción. En ese orden.
Pero muchas veces nos es inevitable condicionar nuestras emociones a los resultados.
Para esos momentos es bueno recordar que no tenemos idea qué es lo mejor para nosotros.
Todo lo que rechazamos o tememos puede ser – y en general es! (por eso lo rechazamos) – el camino más rápido y más potente hacia una versión nuestra más expandida.
La clave siempre es la historia, el relato.
Qué me estoy contando acerca de mí mismo y de los demás?
Si al escucharte, se te expande el pecho…es por ahí.