El síntoma nunca es ¨la cosa¨ en sí misma.
Nunca es el verdadero problema.
Es efecto. Consecuencia.
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El síntoma es el proceso visible que pone de manifiesto toda nuestra estructura invisible.
Nos permite reconocer que hay una historia que todavía nos duele.
Porque detrás de todo síntoma, siempre hay una historia.
Y es justamente ahí donde tenemos que volver para transformarnos.
No para sanar nuestro cuerpo, sino para revisar nuestras creencias.
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Lo importante es llegar a la historia.
Volver para mirarla con nuevos ojos.
Ahí la clave. Comprender lo que antes juzgamos.
¨Cambio la mirada, cambia la historia¨.
Cada vez que reinterpretamos las experiencias, nuestro pasado cambia.
Y si cambiamos nuestra historia…ya no podemos ser los mismos.
Lo único que nos queda, entonces, es preguntarnos si estamos realmente dispuestos a dejar ir – a soltar todos esos ¨beneficios ocultos¨ de seguir manteniéndonos en el sufrimiento.