Nos hemos acostumbrados a vivir en tensión, a estar a la defensiva, a esperar el ataque, a justificarnos, a crear personajes para sentirnos aceptados,
a manipular…
Nos hemos acostumbrado a un 𝘵𝘳𝘢𝘫𝘦 que nos queda chico.
Es incómodo pero es lo único que conocemos.
Tenemos pequeños atisbos de comodidad cuando se desabrocha algún botón o se estiran los tejidos.
Percibimos un nuevo bienestar.
Sin embargo, lo descartamos rápidamente
por creerlo ilusorio.
Buscamos hilo y aguja, y nos disponemos a arreglarlo para volver a nuestra incómoda normalidad.
Hay automatismo, casi como un proceso hipnótico.
De vez en cuando vemos gente con el traje ¨más flojo¨, como un acto voluntario, casi de rebeldía.
Y eso nos enoja bastante…
Porque básicamente nos están mostrando que hay otra forma de vivir. Hay otra manera.
Y eso es algo grande.
Implica que, todo este tiempo, hemos estado equivocados.
Nos identificamos con el traje, lo adornamos, lo adoramos…aunque siempre hemos sabido que era incómodo, que nos limitaba.
Y la paradoja es que seguiremos emparchándolo, una y otra vez, hasta que algún día, esperemos no lejano, nos saturemos de tanto sufrimiento y elijamos esa rebeldía.
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Sesiones individuales
Los encuentros son espacios individuales de intercambio y autoconocimiento. El puntapié inicial es el síntoma – de ahí partimos – pero la intención es ir más allá, trabajando desde la causa.