No hay nada más dulce que las lágrimas que llegan con la sanación – con la liberación de aquellas memorias de profundo dolor.
Con el reconocimiento de aquellas heridas no procesadas.
Con el reconocimiento de las fidelidades, de los ¨contratos¨ inconscientes…
Nada más hermoso que reconocer que no importa que esté sucediendo o que haya sucedido, lo único que incansablemente buscamos es amor, ser vistos, reconocidos.
Esa es la gran aventura de la experiencia humana: sentirnos en casa en un mundo que solo nos habla de separación. Sentir ese refugio que sólo llega cuando ¨somos parte¨.
Porque en lo más profundo sabemos que esa es la única verdad, la unión con todo…y nuestra alma nos lo recuerda cada vez.