Se cae el avión.

Una sola cuestión.
A quién llamarías? Qué le dirías?

Si sólo tuvieras 3 minutos de vida y pudieses despedirte de alguien:
a quién llamarías y que le dirías?
Esa era la consigna del día.
Confieso: desde afuera se veía algo trillado.

Pero sólo desde afuera.

°
Ahí fui, puse el cuerpo.
Algo se ordenó y algo entró en caos.
Todo a la vez.

°
En el momento en que le abrimos la puerta y nos permitimos sentir a la muerte, algo se acomoda en nuestra consciencia.
Se acomoda o se desacomoda. Quién sabe.

°
Conectar con la muerte trae dolor, sin duda, pero también sabiduría.

Habilitar el pensamiento de lo ¨finito¨, reconociendo que los que hoy están en nuestro camino, algún día se irán, puede activar un sinfín de emociones y hasta un sentido de urgencia.

Conectar con la idea de la muerte, propia o ajena, nos permite poner en perspectiva toda nuestra vida y plantearnos qué es realmente importante y qué no.
O, tal vez, qué perspectiva/ percepción soltaríamos si hoy fuese nuestro último día.

Seguiríamos sosteniendo todos esos juicios y resentimientos? O postergando los pendientes?

°
Entendí que en ese momento estaba conectando con algo más grande. Aunque durase sólo un instante. Y todos esos personajes internos que me habían mantenido en el conflicto, estaban perdiendo fuerza.

Más allá del dolor, ese sentido de urgencia que viene con la muerte, tiene un potencial sanador. En la muerte también hay belleza.

Sentir que se acerca el final, que este cuento realmente se termina, nos desafía a salir de lo conocido, a dejar atrás ese bucle interminable de drama que sostenemos y alimentamos a diario, y a conectar con lo verdadero.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Sobre mí...

Mi nombre es Mercedes Zubiarrain, tengo 40 años, y nací y vivo en Buenos Aires. Aunque parezca ya de otra vida, alguna vez estudié y me recibí de Publicidad. Tuve siempre mi lado B que me llevaba a incursionar en talleres de Reiki, Registros Akáshicos, meditación…

Tuve algunos emprendimientos hasta que por fin entendí de qué iba la cosami cosa. Cambié “producto” por “servicio” y me convertí yo en la materia prima. Me la jugué.

Mi lado B se transformó en todos mis lados, y ya no hubo vuelta atrás. La puerta de entrada fue la Decodificación Bioemocional, que luego me llevó a conocer la Nueva Medicina Germánica, SAAMA…y es un camino que nunca termina.

Hoy me dedico a acompañar personas en Casa Florida 1336, que es el espacio físico que me unió con Mujeres, hermanas de otras vidas, con las que comparto el viaje también en ésta. Voy y vengo por muchos lugares – Chamanismo, Plantas Medicinales, Física Cuántica, Un Curso de Milagros, Constelaciones Familiares…investigo, quiero ¨comprender¨, y así es que voy poniéndole el cuerpo a todo lo que, en cada momento, resuena. Porque ¿qué es la Vida sino experiencias vividas?

Y no soy escritora pero escribir me da placer. Y sigo al placer. Escribir es el ritual y la práctica desde donde me miro, me transformo. Es mi propia medicina.