Le dije ¨te acompaño?¨
Me miró y, sin dudarlo, respondió ¨Sí, dale¨.
Wow. ¨Estamos regalados¨ pensé.
Sonreí por dentro.
Ahí mismo me di cuenta que ya no queríamos ser los mismos…
y ya no lo éramos.
El plan de egos ofendidos ya no era plan.
Lo agarramos a tiempo – fue justo ahí cuando el guión tomó otro rumbo.
°
Me disponía a meditar.
Pero entendí que salir a buscarlo, estar disponible, era la verdadera práctica espiritual.
Mucho más potente que cualquier otra.
Reconocí que una parte mía ya no quería el conflicto.
Y seguí ese impulso biológico, esa profunda necesidad, casi sin pensarlo.
No quería darle tiempo a que el personaje se despertara y me alejara de esa naturaleza tan sabia que me había puesto en movimiento.
°
Pero como Todo es Todo…al instante aparece la paradoja – la hermosa comprensión – de que ¨lo otro¨ también era amor. Distorsionado, pero amor al fin.
Porque estamos todo el tiempo en busca de esa conexión profunda, genuina.
Venimos de ahí. Es inevitable.
Lo que sucede es que, a veces, responde primero nuestra humanidad herida.
Y parecería que busca todo lo contrario, pero sólo se está protegiendo.
Todos estamos pidiendo a gritos amor y más amor…porque no podemos escapar de los que somos.