La cuestión de las cuestiones…

“Disfrutar del proceso que el resultado llegará.”
Esa frase apareció mientras revisaba unas notas. Una frase que seguramente leí, y todos leimos, cientos de veces, pero hoy surgió una energía diferente al verla. Y como estoy en esta práctica de seguir la energía, allí vamos. “Hay más por explorar acá¨, eso sentí.

Se me venía esto de: ¨Claro! el PROCESO es la Vida misma¨.


El resultado es un punto, una conclusión. No vivimos ahí. Allí no hay dinamismo.

Me gusta recordarme siempre que aquello que deseamos—lo que sea que fuere— es simplemente un catalizador, un motor que nos empuja a experimentar. Y lo que realmente buscamos son estados internos: satisfacción, alegría, paz, amor, plenitud, etc. No más que eso. No menos que eso.

En algún momento de nuestra historia – y posiblemente ni siquiera sea propio – hemos decidido que determinado símbolo externo iba a generar determinada sensación interna y hacia eso nos encaminamos pues.

El “punto” (el objetivo) al que nos movemos siempre nos atrae con alguna ilusión de cambio, como si al llegar allí algo en nosotros se transformara. Hemos elegido darle mucha importancia. Y todo ese significado hace que se ponga mucho en juego si no sucede tal como queremos.

La cuestión de las cuestiones es que lo que realmente nos transforma es la línea, no el punto. No nos transforma el destino, sino el camino que recorrimos para llegar a él.

Hemos aprendido a mirar sólo el final, ignorando todo lo que se despliega y florece en el medio, que nunca es poco.

¿Cuántas veces nos apuramos a la siguiente meta sin detenernos a celebrar? Sin siquiera notar que la verdadera recompensa estuvo en cada paso, en cada decisión y movimiento que tuvimos que hacer para seguir avanzando.

El regalo es reconocer en quien nos fuimos convirtiendo para lograrlo.

El regalo siempre somos nosotros en esa versión con más espacio interno.

¿Qué tal si pudiésemos honrar la línea? (seguimos con la geometría, sí) Porque allí, y solo allí, encontramos el gozo, la Presencia y la plenitud.

¿Y qué tal si en esta nueva Consciencia empezáramos a percibir aquello que antes no percibíamos por estar enfocados solamente en lo siguiente?

¿Qué nuevas posibilidades surgen en nuestra Vida cuando soltamos la idea de éxito sólo como meta final y comenzamos a celebrarlo en cada momento del proceso?

Preguntas, preguntas y más preguntas, que abren espacio.

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Sobre mí...

Mi nombre es Mercedes Zubiarrain, tengo 40 años, y nací y vivo en Buenos Aires. Aunque parezca ya de otra vida, alguna vez estudié y me recibí de Publicidad. Tuve siempre mi lado B que me llevaba a incursionar en talleres de Reiki, Registros Akáshicos, meditación…

Tuve algunos emprendimientos hasta que por fin entendí de qué iba la cosami cosa. Cambié “producto” por “servicio” y me convertí yo en la materia prima. Me la jugué.

Mi lado B se transformó en todos mis lados, y ya no hubo vuelta atrás. La puerta de entrada fue la Decodificación Bioemocional, que luego me llevó a conocer la Nueva Medicina Germánica, SAAMA…y es un camino que nunca termina.

Hoy me dedico a acompañar personas en Casa Florida 1336, que es el espacio físico que me unió con Mujeres, hermanas de otras vidas, con las que comparto el viaje también en ésta. Voy y vengo por muchos lugares – Chamanismo, Plantas Medicinales, Física Cuántica, Un Curso de Milagros, Constelaciones Familiares…investigo, quiero ¨comprender¨, y así es que voy poniéndole el cuerpo a todo lo que, en cada momento, resuena. Porque ¿qué es la Vida sino experiencias vividas?

Y no soy escritora pero escribir me da placer. Y sigo al placer. Escribir es el ritual y la práctica desde donde me miro, me transformo. Es mi propia medicina.