Es como esa escena donde, una vez más, ya con la resaca encima, se escucha que dice “noo, posta! Ahora sí ya está”.
Y acá pasa un poco lo mismo.
(Salvando las grandes distancias, lo sé.)
Sabemos lo que necesitamos, reconocemos nuestro sentir, lo habitamos y, sin embargo,
no nos animamos.
Nos frenamos…o damos vueltas,
pero en lo mismo de siempre.
Y después vamos por ahí pidiendo alguna suerte de autorización.
Alguien o algo que nos valide, que nos confirme que, efectivamente, no estamos mordiendo banquina.
Y cuando llega, cuando finalmente
nos ponen la firma, ahí sí decimos “lo sabía”.
Ahora ya caminamos erguiditos.
°
Tal vez esas dudas o esa confusión inventada, sólo esconden el gran miedo – porque una parte nuestra sabe que avanzar significa morir a muchas cosas.
Pero lo que no se entera es que una “muerte” en verdad sólo anuncia un renacer.
Otro de los tantos que ya hemos venido experimentando.
La Vida es un ciclo y nosotros somos cíclicos…
simplemente porque somos la Vida misma.
Y nada muere ni renace realmente.
La Vida es un continuo, se sucede, y sólo juega a transformar lo que ya Es.