Porque el eclipse me mueve a MÍ.
A este cuerpo lleno de información, que se va descubriendo de a ratos.
A mis partes. Remueve mis aguas.
A ponerlo sobre la mesa…
Mueve nuestras aguas internas pero lo que emerge de las profundidades es propio.
Y en este túnel de incomodidad, de ciclicidad y ansiedad – sí, todo junto – contacté con un gran punto de dolor.
No quiero caer en lugares comunes, pero gracias eclipse porque lo llevaste al extremo y colapsó.
Se abrió un caudal de energía que estaba bloqueado, pidiendo pista hace, quién sabe, cuánto!
Ese punto de dolor tan profundo me hizo cruzar algún umbral.
Se reveló una capa más de comprensión y volví a entender que, por más que nos guste todo el año carnaval, en estos momentos es donde llegamos a esas zonas de verdad.
Cruda verdad. A esa tierra fértil que pide ser trabajada.
A ese compost de nuestra propia historia que sólo espera nuestras manos.
Y esa es la aclaración que vale la aclaración: luego de la introspección, necesitamos el movimiento. Llevarnos a la acción.
Hoy mi viaje sucedió con SAAMA.
Sucedió en esa conexión con mis Guías, Yo superior y con esta herramienta que no tiene límites. El límite somos nosotros.
Me regaló también muchos mensajes.
El más simple pero profundo: RALENTIZAR.
Porque allí va mi prisa, mi urgencia.
Y allí estoy yo agarrándola de la mano.
O ella a mí. Todavía no está claro.
No importa. Hoy se me invitó a RALENTIZAR.
Para poder acompañarme desde la Presencia en esta transición hacia…puntos suspensivos. Nunca mejor puestos.
Porque no lo sé y hoy ‘puedo’ con esa incertidumbre.
Hoy que, luego de superada esa fricción, asoma de nuevo el carnaval.
Lento, pero ahí viene.