Una exigencia que dice: ¨Hacerlo rápido y bien.¨
Una exigencia que se marcó a fuego como Programación.
Nunca mejor dicho…con todo ese dolor de ¨marcar a fuego¨.
°
Todos tenemos frases que operan desde la sombra, que nos condicionan desde lo profundo.
A veces no las reconocemos porque se comportan de una manera políticamente correcta a ojos de la sociedad, aunque por dentro ahoguen. Digo…¨ser eficiente todo el tiempo¨, no es un escándalo. Muy por el contrario.
Muchas veces estas “formas” se originan en nuestros primeros años de vida donde, a partir de diferentes situaciones, vamos ¨entendiendo¨ qué es bueno para nosotros.
¿Bueno en qué sentido?
En el sentido estricto de supervivencia: para que no se nos retire el amor. Claro, ésto a los ojos de un niño, de una niña.
Vamos comprendiendo, a partir de la consciencia que podemos en ese momento, cómo nos tenemos que ubicar en el mundo para ser amados, para seguir perteneciendo.
Y ese movimiento generalmente nos implica separarnos de nuestra autenticidad, de ese caminar liviano.
Se empiezan a armar estas estructuras de personalidad, que no solo nos separan de nosotros, sino también del otro, porque están sostenidas en este dolor muy profundo de ¨así tengo que mostrarme para ser aceptado¨.
No hay lugar para la vulnerabilidad ni la conexión profunda.
Asi que levantar estos ladrillos (estas adaptaciones) de nuestra casa interna es una labor que requiere, por sobre todo, amorosidad y mucha paciencia.
Revisar cada rincón para reconocer qué necesita ser atendido y arremangarnos para hacer la tarea a la que todos estamos llamados a hacer: volver a Uno.