Cuando la realidad aprieta…
Cuando todo lo que se sabía estable y armónico, en un instante se transforma en caos…
Cuando la Vida comienza a mostrarse ¨Vida¨, integrando todas las polaridades y, con un cachetazo inesperado, nos saca de la ilusión infantil de cómo deberían ser las cosas.
Un movimiento brusco que, no por eso deja de ser amoroso, nos invita a seguir creciendo y a seguir caminando hacia otro nivel.
No un nivel para ser ¨mejores¨; un nivel donde nos acercamos más a quienes Somos. Un nivel que nos permite empezar a recordarnos, y eso implica el peregrinar de nuestra mente a nuestro corazón.
Si le hacemos lugar a toda esta Danza, sin resistirla, ese Milagro puede suceder.
El Milagro de empezar a contactar con lugares de paz interior, aún en el aparente caos externo.
Hacemos lugar para que las Verdades más profundas vuelvan a tomar cuerpo en nosotros.
Nos agarramos fuerte de esas ideas filósoficas que, a veces, parecen tan alejadas, pero que cuando las tomamos con consciencia, nos reportan una transformación ¨absoluta¨…y así desaparecen los ¨relativos¨.
Hacemos lugar, casi sin darnos cuenta, a un Poder interno que empieza a despertar y a susurrarnos nuevas posibilidades.
La posibilidad de seguir encontrando un propósito de Amor en todo lo que sucede.
Un “sentido mayor” que nuestra percepción actual, condicionada por el miedo, no nos permite ver.
Empezamos a comprender, muy de a poco, que más allá de cualquier relato, cualquier mandato cultural o familiar, finalmente, nuestra única función aquí es el Amor. No hay más. Por romántico que suene, no hay más.
Vivimos toda una Vida para volver al inicio, para recordar lo esencial. Y tenemos esta conciencia de lo esencial porque cuanos nos alejamos de Él, sufrimos.
Volver a Casa es volver al Amor, y cada desafío que se nos presenta, es la oportunidad disfrazada para eso.
Bienvenido el Caos?
Sí, bienvenido.