A veces buscamos que lo simple se vuelva complejo.
Ahí es cuando nuestra ¨humanidad¨ se hace presente.
Pareciera que así nos da tiempo, aire, para seguir postergándonos.
Aire para seguir evitando la cruda verdad de que la calidad de nuestra vida no depende de nadie más que de nosotros.
Es simple, pero no siempre fácil.
Cuesta mirar esa realidad de frente, esa que por tanto tiempo rechazamos y, en un acto de grandeza, reconocer que también habla de nosotros.
Requiere valentía, humildad, fortaleza…nos requiere.
No nos enseñaron a hacernos cargo.
Eso es algo que vamos aprendiendo a lo largo del camino cada vez que la realidad aprieta y nos damos cuenta que la verdadera solución nunca está afuera.
La calidad de nuestra vida depende de nuestros significados.
Simple.
De “nuestros” significados.
Simple.
Depende de cómo interpretemos aquello que nos pasa, aquello que sucede.
Cada uno de esos significados va a generar emociones específicas, y éstas, nos van a impulsar a actuar de determinadas maneras.
Y de qué depende nuestra interpretación?
De nuestras creencias.
De nuevo…simple.
Podemos usarlas para reafirmar y reforzar la vida que deseamos o para mantenernos en víctimas.
Tienen el poder para crear ambos mundos.
El esfuerzo es el mismo.
Las creencias crean realidad. Siempre.
Y una vez que tomamos consciencia, que nos hacemos cargo de nosotros, nuestra decisión recae únicamente en elegir qué tipo de vida queremos tener.