El ¨autoboicot¨ no existe. No tenemos esa capacidad.
Siempre hay algo más. Algo más que no logramos ver.
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Nuestros impulsos, reacciones, bloqueos, absolutamente todo, viene del inconsciente – de la parte más arcaica de nuestra mente, aquella que nos mantiene con vida y que con su simpleza dice: ¨si esto sirve, lo repetimos. Si es peligroso, lo evitamos¨. Así, sin grises.
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Cuando hablamos de autoboicot, no logramos entender el beneficio que nos reporta seguir con tal o cual comportamiento/ dinámica. Aunque una parte nuestra crea sufrir, la ganancia es mayor.
Cuando no cambiamos aquello que decimos querer cambiar es porque sostenerlo todavía nos representa más placer que dolor. Los números todavía no cierran…y así seguimos.
El comportamiento, entonces, deja de ser el foco y se convierte ahora en la guía que simplemente nos refleja partes ocultas de nuestra mente.