Esa frase no dejaba de repetirse en mi cabeza.
Fue ganando profundidad a medida que avanzaba la Ceremonia y lo sigue haciendo con el correr de los días.
Quedó una huella, aunque sutil, que se va percibiendo como permanente.
Con o sin consciencia expandida, el sentir es el mismo: el AMOR, como frecuencia, no como simple emoción, ¨arrasa con todo¨.
No es poesía. Es literal, te lo prometo.
Expande, libera…y SANA.
Donde hay Amor, no puede haber miedo – que es la única fuente de nuestros conflictos, sin importar la forma o el nombre que le demos.
Cuando se prende la luz…UF. Se cae todo lo que no era.
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Sostenernos en esa síntonia estando en este cuerpo humano que, ya de por sí implica límite (éste es mi cuerpo y aquel es el tuyo), es un desafío.
La sensación es que no está preparado para abarcar todo Eso que se siente como ¨TANTO¨.
Hay que respirar profundo y aclimatarse porque es como llegar a la cima.
Y ésa es la búsqueda que todos tenemos en esta Vida – ni más ni menos que el estado de Amor hacia todo y a hacia todos.
La paradoja es que ponerle el cuerpo ¨es un montón¨.
No estamos acostumbrados a ese nivel de cosquilleo que nos recuerda la Unidad.
No estamos dispuestos a ceder el control. Y no porque lo tengamos, pero en nuestro juego mental nos gusta pensar sí.
El personaje todavía manda con fuerza.
Y está bien…tiempo. Tiempo y espacio.
Lo importa es que ya hay huella…y allí vamos.